5.) Las cuatro etapas del desarrollo espiritual

Scott Peck fue un psicoterapeuta estadounidense. Se desvió del grupo de otros psicoterapeutas al estar fascinado por la influencia de la vida espiritual y religiosa en la psíquica humana. Se interesó tanto en este tema que comenzó a examinarlo sistematicamente. La conclusión de su investigación fue que cada persona pasa por cuatro etapas de desarrollo espiritual. 

Peck notó una cosa interesante que no pudo responderse fácilmente. Sucedía a menudo entre sus clientes que después del final de la terapia, los antes fieles cristianos se volvían en ateos, o los ateos se convertían en personas profundamente creyentes.

A través de su investigación, se le ocurrió una teoría de cuatro fases. Al mismo tiempo, cabe señalar que la etapa de desarrollo espiritual no tiene nada que ver con el nivel de educación, ni con si una persona es atea oficial o profesa alguna religión. 

La primera fase es caótica - antisocial. Tales personas se comportan egoístamente. Solo piensan en ellos mismos. Pueden ser delincuentes, drogadictos y el "fondo de la sociedad", así como políticos o empresarios despiadados. Personas que no son "santas" y que están dispuestas a hacer cualquier cosa por su beneficio personal. 

La segunda fase es formal - institucional. Cuando el antisocial entra en esta fase, "mejora". Esta es probablemente la razón por la cual los sacerdotes a menudo tienen éxito trabajando entre criminales o prostitutas. Esta fase se caracteriza por la necesidad de pertenecer a algún grupo o institución, de pertenecer a algún lugar. Si una persona es creyente en esta etapa, se enfocará en guardar las reglas y mandamientos externos de su iglesia, pero perderá la verdadera esencia interna de la espiritualidad. Por supuesto, tal persona no tiene que realizarse solo dentro de la iglesia, también puede ser un partido político o una empresa. Una transición de la segunda a la tercera fase sería el caso de un cristiano fiel que se hizo ateo. 

La tercera fase es escéptica - individual. En él se desarrolla el pensamiento crítico y se cuestionan verdades generalmente aceptadas. Como si no creyera en nada y dudara de todo. En el lado positivo, en esta etapa está dispuesto a abandonar las certezas que le ha proporcionado algún sistema existente de valores establecidos. Comienza a buscarse a sí mismo, el sentido de su vida. La transición de la tercera a la cuarta etapa significa que el ateo se ha convertido en una persona espiritual. 

La cuarta fase es mística - comunitaria. En esta última etapa, el individuo se ha encontrado a sí mismo y ha encontrado su relación personal con Dios (o el Universo, lo espiritual, el sentido más amplio; tal individuo no tiene que ser creyente en el sentido religioso de la palabra). Como persona espiritualmente madura, es capaz de pensar en el bienestar de los demás y crear una verdadera comunidad con ellos. De ello se deduce, entre otras cosas, que sólo los individuos espiritualmente maduros pueden crear una sociedad más justa.

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